martes, 18 de marzo de 2008

Historia se escribe con H: Moisés

MOISÉS

Moisés era un hombre que nació niño hacia el año 1400 antes de Cristo, por allá por el lejano Egipto. Por aquel entonces gobernaba en Egipto el faraón Ramsés 2, Las Palmas 0. El hombre, a parte de creerse un dios, que tenía su derecho innegable, claro, pues a veces tenía grandes ideas. A veces se le ocurría construir una pirámide y en otras, se le ocurría que todos los hijos varones que tuvieran los esclavos hebreos, fueran arrojados al rio Nilo. No para que aprendieran a nadar al estilo de los monitores de natación del PAME, sinó para que se murieran ahogados. Y hete aquí que Moisés era un varón, y sus padres hebreos, así que su futuro no pintaba muy bien. Su madre, antes de entregárselo a los guardias para que lo tiraran al río, decidió tirarlo ella, pero más suavemente. Le hizo una cestita, la impermeabilizó y metió al niñito en la cesta, arrojándola río abajo, a la espera que alguien lo encontrara y se quedara con él. Luego se dio cuenta que también podría pasar que se lo comieran los cocodrilos, pero el niño ya había zarpado.

La suerte sonrió al pequeño, pues no solo no se lo comieron los cocodrilos, si no que lo encontró una chica. Y no una chica cualquiera, si no la mismísima hija del faraón, Batia, que iba vestida siempre con una túnica atada con un cordel, prenda popularizó y que la gente adoptó con su nombre Viendo al niño como un regalo divino, se lo quedó para ella y le llamó Moisés, que significa “Salvado de las aguas”.

A la joven Batia le entró una gran alegría, pero a la vez una gran preocupación, porque ella no podía darle leche. Pero su problema encontró rápida solución. Enrresulta que la hermana mayor de Moisés, que se quedó mirando toda la escena, se presentó ante la hija del faraón, y se ofreció a ayudarla. Le dijo que cuidaría del niño durante dos años, hasta que estuviera destetado y luego se lo devolvería. Batia aceptó y Míriam se llevó a Moisés a su madre natural, ante la alegría de esta, para que le amamantara. Y la madre fue feliz, pues podría disfrutar de su hijo durante dos años y sabía que el futuro del niño estaba asegurado.

A los dos años, Míriam, como un reloj, le llevó a Moisés a Batia, la hija del faraón.

El niño crecía feliz en la corte del faraón. A la tierna edad de 3 añitos, en una cena familiar, el pequeño Moisés se bajó de la silla, fue andando hasta donde estaba el faraón, su abuelo adoptivo, y le quitó la corona para ponérsela él. Rápidamente, salió un consejero diciendo que era una profecía, que el joven Moisés, de mayor, le quitaría el reino. Otro consejero decidió ponerle una prueba para ver si era lo suficientemente listo como para usurpar la corona. Le pusieron delante suyo un carbón al rojo vivo y un diamante, a ver cual de los dos cogía. El pequeño Moisés se acercó, cogió el carbón ardiente y se lo metió en la boca, quemándose dos dedos y la lengua. Demostró que no le quitaría la corona al faraón, y además, le dejó un problema de por vida, al no poder hablar bien ya por la lengua quemada.

Un día que visitaba las obras de la pirámide de Ramsés 2, Las Palmas 0, vio como un capataz estaba machacando a un esclavo hebreo. Moisés, no se lo pensó dos veces, se acercó al capataz y lo mató. Este hecho provocó un efecto dominó. Sus detractores dentro de la corte del faraón, vieron la oportunidad de quitárselo de en medio. Desvelaron su origen hebreo y como hijo de esclavo que había matado a un egipcio, fue desterrado.

Durante 40 años, Moisés vivió como pastorcillo con las cabricas. Un día que estaba pastando por el monte Sinaí, vio una zarza que estaba en llamas, y no se consumía. Era Yahvé, que se le apareció para decirle que tenía que volver a Egipto y recoger a los hebreos para llevarlos a la tierra prometida. “Pues bueno”, se dijo Moisés, y para allá se fue.

Cuando llegó a Egipto, le dijo al faraón eso de que liberase a su pueblo para llevárselo de allí. El faraón se rió de él, porque no solo no quería, si no que le hacía gracia como hablaba. Moisés le advirtió que mientras no los dejara libres, caerían sobre Egipto 10 plagas, al final de las cuales, el propio faraón moriría. El faraón no le hizo caso, pero las plagas empezaron a llegar, y cuando tocó aquella en que los primogénitos también se morían, pues el faraón se acojonó y dejó marchar a los hebreos con Moisés al frente. Así empezó el Exodo.

Así pues Moisés llegó al Mar Rojo (mal llamado, porque el nombre original del mar era “Iam Suf”, que significa “Mar de las Cañas”). El faraón, que se arrepintió de haber dejado libres a tantos esclavos y ante la posibilidad de tener que trabajar él, cambió de idea : “Que trabajen los tontos”, dijo, y se fue en busca de los esclavos hebreos.

Moisés, atrapado entre los egipcios y el mar rojo, no sabía qué hacer, pero de repente, se abrió el mar rojo por la mitad, y los hebreos corrieron por el fondo del mar, mientras se acercaban los egipcios. Por fín, cuando llegaron a la otra orilla, el mar volvió a su cauce, atrapando a todos los soldados egipcios.

A partir de aquí, los hebreos, con Moisés al frente empezaron a vagar por el desierto, a ver si encontraban la tierra prometida. Los hebreos pasaban hambre, y sed, pero Yahvé hizo caer maná del cielo, para poder comer. Y para poder beber, Moisés golpeó una roca con su bastón, y de ella salió agua.

El tiempo seguía pasando, y el pueblo hebreo seguía dando vueltas y más vueltas por el desierto. Encima, tenía que aguantar a los cansinos que le preguntaban “Queda mucho?” continuamente. “Noooo”, decía Moisés, pero le seguían preguntando. Al fin, llegaron al monte Sinaí, y Moisés volvió a subir a la cima, a ver si Yahvé le mandaba algún recado o dirección de por donde ir. Cuando llegó arriba, Yahvé le dio dos tablas con Diez Mandamientos que debían cumplir para poder ser dignos de Dios. Cuando bajaba Moisés tó contento con sus tablicas, se encontró que los demás se habían dedicado a fundir el oro que llevaban y crear un ídolo de oro, un becerro, al que adoraban, a falta de un Dios real al que adorar.

Moisés, encabronao, tiró las tablas encima del becerro, rompiéndose becerro y tablas. Moisés, volvió a subir a la cima del monte, y otra vez Yahvé le volvió a dar otras tablicas, pero los condenó a seguir vagando por el desierto durante 40 años más.

Así que pasaron los 40 años, y Moisés seguía vivo, pero ya muy débil, cuando por fín, encontraron la Tierra prometida. Moisés ya no podía más. Estaba hecho polvo de tanto andar. Que estaba bien hacer trekking, como el García, pero el hombre cosechaba ya más de 120 años, así que no pudo más y se murió, tanto de viejo, como de cansancio.

Eso sí, por fin, el pueblo de los hebreos, llegó a La Tierra Prometida.

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